Cuando decidimos darle la espalda a Dios y vivir bajo nuestras propias reglas, corremos el peligro de vivir la historia del hijo pródigo.
Sí, un joven que lo tenía todo en el hogar de su padre, pero decidió tomar la parte de la herencia que le correspondía y disfrutar la vida como mejor le parecía.
Algunas personas deciden ignorar a Dios, sin saber que al hacerlo se convierten en esclavos del pecado sin darse cuenta, esto los lleva a tomar decisiones incorrectas.
Dios no se aleja de las personas, al contrario, Él anhela que seamos sus hijos y su corazón rebosa de alegría cuando nos arrepentimos y volvemos a casa.
Hoy, sin importar dónde y cómo te encuentres, decide volver a casa, ten una conversación con Dios, aceptar su perdón y levántate con un cambio de actitud a cumplir el propósito de tu vida.
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