Limpiando el templo
Es necesario limpiar a diario nuestro cuerpo, mente y corazón, ya que somos templo y morada del Espíritu Santo.
Reflexiona en este versículo
«En el mes de Abib, del primer año de su reinado, Ezequías ordenó que las puertas del templo se abrieran y fueran reparadas. Después reunió a los sacerdotes y a sus ayudantes en el patio que estaba al este del templo, y les dijo: Escúchenme con atención: Es urgente que ustedes se preparen para honrar al Dios de sus antepasados y que preparen también su templo. Saquen de allí todo lo que a Dios no le agrada».
2 Crónicas 29:3-5 | Traducción en Lenguaje Actual
Los habitantes de Judá y Jerusalén estaban apartados del Señor. Vivían rendidos ante la idolatría de los pueblos paganos, pero el rey Ezequías, en un acto de obediencia, ordenó al pueblo prepararse para honrar a Dios; volver a la senda antigua, a la verdad; es decir, ellos debían desechar las prácticas que le habían conducido a lo malo, para acercarse al Dios que procuraba su bienestar.
Debían restaurar su templo, descartar todo lo que no era agradable a Dios. Aquí ellos debían renunciar y sacar del lugar de adoración, todo aquello a lo que venían rindiendo sus vidas. Este acto, que era pecado, se había vuelto una práctica y ellos debían reconocerla, renunciar a ello y sacarla del lugar sagrado.
Lo deseemos o no, el pecado es parte de nuestras vidas. De generación en generación, desde Adán y hasta el fin de los tiempos, el pecado será marca indeleble de la naturaleza caída de todo ser humano.
Honramos a Dios cuando reconocemos nuestros errores y pedimos perdón. Solo Él tiene la autoridad para liberarnos del pecado, y gracias a que sus misericordias son nuevas cada mañana, es necesario limpiar a diario nuestro cuerpo, mente y corazón, ya que somos templo y morada del Espíritu Santo.
Toma un tiempo para orar
Señor, te doy las gracias porque tú habitas en mí. Padre, límpiame, saca todo lo que no te agrada. Restáurame, que no pase un día sin recibir tu corrección. Descarta todo lo que no te agrade y lléname con tu amor y tu pureza. En el nombre de Jesús, amén.
Muy bien elaborados sus Devocionales