“¡Señor, dame uno más!” Es un grito de los apasionados por cumplir la gran comisión:
[15] Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos. [16] El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que se niegue a creer, será condenado.
Marcos 16:15-16 NTV
Predicar el evangelio es una necesidad que va mucho más allá de la meta que nosotros veamos volumen o el concepto de éxito cuantitativo en la iglesia; tiene que ver con la reserva moral y la columna espiritual de la iglesia que como un faro de luz grita: ¡Aún hay esperanza!
Sobre cada uno de nosotros reposa una gran responsabilidad: Ganar uno más para Jesús. Puede ser de tu familia, vecino, compañero de trabajo o universidad; porque sobre cada uno de ellos que viven en pecado está la fatal marca de muerte y Dios no hará acepción de personas en el juicio final.
Iglesia, escoge tu púlpito, ve con el clamor en tu corazón: ¡Señor, dame uno más! Y Dios te va a llenar de su gracia para que prediques en ese lugar, dondequiera que estés.
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