Cuando Jesús dijo: ¡Lázaro, ven fuera! le estaba sacando de cueva, sanando su enfermedad, para llevarlo a un tiempo de sanidad y vida.
Cuando Jesús está lejos, empiezan los problemas en nuestras vidas.
En Juan 11:1-44 se relata la historia de Lázaro, un hombre enfermo de Betania. Y sus hermanas enviaron un mensaje a Jesús, informándole la situación. Jesús, al oírlo, declaró que esta enfermedad no sería para la muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios fuera glorificado.
Lázaro conocía a Jesús, pero estaba lejos de Él y en esa distancia se enfermó. En nuestro contexto, podemos decir que cuando estamos lejos del Señor empieza una enfermedad mortal, pequeña, pero que avanza rápidamente y se llama: pecado.
Esta enfermedad hace que nuestras generaciones sucumban. Nace en nuestro corazón y afecta todo lo que representamos y a través de la historia de Lázaro podemos aprender que:
- Nuestro pecado nos separa de Jesús.
- El pecado nos lleva a vivir vendados espiritualmente.
- El pecado nos lleva a vivir en un sepulcro.
Jesucristo se presentó a las puertas de un sepulcro donde ya estaba un muerto, Lázaro llevaba 4 días, todos lo daban por muerto, pero llegó el que podía darle vida.
El Señor Jesús te dice hoy: “¡Si puedes tomar la decisión de arrepentirte, voy a empezar a restaurar todo en tu vida, no importa lo que perdiste, sino lo que vas a ganar!”
Esta fue la decisión que muchos tomaron este día, le pedimos al Señor uno más, y vimos una gran cosecha que pudo confesar con su boca y creer en su corazón que solo Cristo salva. ¡Gloria a nuestro Señor!
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