No solo se trata de tener una comunión con Dios por un tiempo, sino mantenerla por el resto de nuestros días. Necesitamos ser guiados por el Espíritu Santo.
¡No desaproveches tu tiempo de intimidad con el Señor!
Ese es un tiempo de plenitud donde Él quiere entrar en comunión contigo y tú con Él; donde traerá revelación. No te angusties, entiende los tiempos de Dios. ¡Hay un tiempo de Él para ti y lo que quiere darte!
Nuestro Señor nos somete en amor para poder conocerlo primeramente a Él y por consecuencia su poder, en el cual nosotros podemos operar.
En Hechos 1:8 encontramos un orden de prioridad y nos da una claridad sobre lo que significa ser portadores de la presencia del Señor, a través de la cual se nos otorga el poder, pero hay premisas que necesitamos aplicar para ver eso en nuestras vidas:
- Conocer al portador del poder.
- Tener una relación estrecha con él.
- Mantener esa conexión.
Hay conductas que contristan al Espíritu Santo, que apagan ese fuego dentro de nosotros, y muchas veces pedimos poder, pero nos movemos en las obras de la carne y eso lo contrista.
Hay que entender nuestro tiempo de soledad, de “stop”, es nuestro tiempo para estar con Dios. Es en ese tiempo donde podemos profundizar en el carácter de Jesús y entender que hay un plan. ¡Atendamos su llamado y vayamos a lo secreto con Él!
Y los que son guiados por el Espíritu Santo, ¡esto son los hijos de Dios! Es por su guianza que somos preparados para poder morar en la eternidad con Cristo.
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