Seamos madres de destino, de las que saben preparar el mejor escenario para sus hijos, para impulsarlos y llevarlos al cumplimiento del plan de Dios en ellos.
No hay mejores manos donde puedan estar tus hijos que en las manos del Señor. ¡Suéltalos en fe! Y si tú estás en Él, ten la confianza que tus hijos son de destino.
La historia de Jocabed, la madre de Moisés, nos habla de una madre que decidió confiar y entregar en manos del Señor un propósito nacido de ella.
Ella no solo vio la hermosura de su hijo, vio más allá de lo que había sido dictado por la realidad, y hoy nuestro llamado es a ver eso en los nuestros, no veamos lo que está operando en ellos o en el entorno, sino el propósito de Dios en ellos.
No hay palabra más firme que la que declara una madre sobre sus hijos, no hay oración más poderosa que esa.
Y ahí, en intimidad, Dios te dará un plan específico para esa situación. Ve en tus hijos triunfo, pero sobre todo servicio al Señor; que lo que tengan en sus manos sea puesto a la orden del Señor.
Seamos madres de destinos, de las que saben preparar el mejor escenario para sus hijos, para impulsarlos, para llevarlos al cumplimiento del plan de Dios en ellos.
Las madres de destinos se transforman en estrategas espirituales porque saben que sus hijos son un propósito de Dios.
Soltemos a nuestros hijos al río de la vida, confiemos en Dios más que en nuestras fuerzas, descansemos en que Él tiene cuidado de ellos.
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