Lejos del afán, cerca de Jesús
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Hallar a Cristo, es hallar la Luz de la vida.
Hallar a Cristo, es hallar la Luz de la vida. Él es la Luz de los hombres. Todo aquel que se acerca a Jesús, será iluminado por su Amor y su Gracia.
Por su infinita misericordia
Nuestra vida tiene por delante, capítulos por ser escritos, nuevas oportunidades para hacerlo mejor, pero nunca olvidemos que es por su infinita misericordia
Incienso agradable
Nuestro incienso agradable es anhelado por el Padre, mucho más de lo que nosotros le anhelamos a Él. Nuestro Padre siempre nos espera en el lugar íntimo.
Lejos del afán, cerca de Jesús
«[39] Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. [40] Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. [41] Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas».
Uno de los grandes peligros de este siglo es el afán. Cuando el afán llega a nuestro corazón, este se convierte en un competidor de nuestra paz, la dirección y el enfoque. El afán llega para establecer un gobierno de anarquía en el corazón, que despoja a la confianza, la fe, y la fortaleza.
El afán tiene la gran virtud de distorsionar nuestra visión. Confundirnos y nublarnos es parte de su fruto. Con el afán nos sentimos ahogados, nos turbamos y nos alejamos más y más de las Palabras de Vida, por lo tanto, nos alejamos cada vez más del lugar de nuestro Señor.
El afán quiere esclavizarnos para vivir trabajando duro, pero sin sentido de enfoque en Dios. Haciendo de nosotros como un barco pesquero que busca tener su mejor pesca, a toda prisa, en costas minadas por icebergs. No hace falta ser profeta para decir que, el final de esta peligrosa travesía será muy lamentable.
Los peligros del afán y sus derivados, mueren cuando llegamos a los pies de nuestro Señor. Es a sus pies donde se haya nuestra mayor necesidad y también nuestra mayor provisión. Necesitamos cada día rendirnos para ser provistos de una palabra direccional, que nos saque del afán y nos enfoque e impulse en su precioso camino.
Jesús, no espera que nunca caigamos en el afán. Él espera que cuando el afán toque a nuestra puerta, podamos recurrir a sus pies para soltarlo todo, ansiedad, preocupación y toda carga pesada, nos rindamos totalmente ante él, para escuchar las palabras que tiene para nosotros en ese preciso momento.
Mientras Marta se soltó en las muchas actividades, María se soltó en la presencia de Jesús. Una se ocupó y se alejo. La otra se enfocó y se acercó a Jesús.
¿Estás hoy como Marta o cómo María? ¿Estás lejos en muchas actividades o estás cerca a sus pies escuchando atentamente sus enseñanzas?
A sus pies hay una enseñanza para nosotros hoy. Sentados allí, a ese nivel más bajo, un nivel de humildad único, es donde podremos recibir liberación, restauración, enfoque, destino, estrategia y dirección, que nos salvará de cometer grandes errores, y nos hará caminar hacia nuestro gran destino en Jesús.
Toma unos minutos para orar
Amado de mi alma, hoy entrego a tus pies todo afán y carga pesada que pueda tener en mi corazón. No quiero ser un esclavo del afán. Por eso hoy me humillo a tus pies y rindo mi ser entero, dándote mis sentidos para recibir de ti las palabras de vida, que me direccionarán a mi destino en Cristo. En el nombre de Jesús, amén.