En los tiempos de Noe, todos se habían corrompido en la tierra y el resultado inevitable fue la muerte. El corrompimiento era el precio de alejarse de Dios, y la muerte era el resultado de haberse corrompido. La muerte es la paga del pecado (Ro 6:23).

Está generación se había consagrado para el mundo, pero existía un hombre, Noe, que se había consagrado para Dios. El Señor siempre dará valor y revelará Su diseño para manifestar Su salvación, a aquellos que viven para Él y se guardan, aún en medio de tanta maldad y desobediencia.

La consagración de Noe, le hizo cercano a Dios para escucharle, obedecerle, edificarle y ver –en el momento que más lo necesitaba– la manifestación de lo inesperado para él y su familia. Una generación se apoyó en el diseño del mundo –aparentemente firme y elocuente– y murió, mientras que Noe se apoyó en el diseño de Dios –loco, incomprensible y motivo de burlas– pero le otorgó vida para él y los suyos al momento del diluvio.

Determinados como Noe, consagrémonos para Dios, acerquémonos a Él y los resultados serán inevitables: ver la manifestación de lo inesperado a nuestro favor. Es preferible parecer loco en la tierra haciendo lo que Dios manda, que ir caminando razonablemente con una multitud al despeñadero en contra de Dios.

Lo que Jesús vino a darnos, satanás vino a robarlo. Lo único que detiene al ladrón son las dádivas divinas de Cristo, su Gracia y Perdón, son nuestro derecho legal cuando nos consagramos al Padre.

Toda generación que vive para el mundo, se ajustará a su diseño, no podrá escuchar a Dios, estará condenada a extinguirse, a morir y a desaparecer. El diseño del diablo, que es firme en la tierra, nos lleva en opresión hasta la muerte.

Por el contrario, acercarnos a Él, nos expondrá a sus Palabras, a vivir conforme a su diseño de vida y ver los resultados de su Salvación. Su diseño para nosotros siempre es perfecto y nos mantiene en su bien. El diseño de Dios está firme en el cielo para ser revelado a los que se acercan a Él.

Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes (Santiago 4:8 NVI). Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos. (Hebreos 4:16 NTV)