Como las olas del mar
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Los desafíos
Todos los desafíos que enfrentamos en nuestra vida tienen beneficios. Detrás de cada desafío está la mano de Dios para enseñarnos a confiar en Sus promesas.

El eco de nuestra generosidad
El eco de nuestra generosidad reflejará en nuestras vidas qué tanto estamos siendo instrumentos de bendición en manos de Dios para con otros.

Despertar de la iglesia
Cuando la iglesia se encuentra en un estado de adormecimiento, Dios trae un despertar de la iglesia, un avivamiento para restaurarla y llenarla de propósito.
Como las olas del mar
[6] Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. [7] Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; [8] es indeciso e inconstante en todo lo que hace.
La duda está definida por un sentido de indeterminación que nos hace vacilar entre dos juicios o dos decisiones. Esta insertidumbre nos hace ser personas inseguras, llenas de paradigmas y temores; nos paraliza y nos impide avanzar al no tener un objetivo claro y definido hacia donde ir.
Cuando estamos llenos de dudas, nuestro Dios nos compara con las olas del mar que son llevadas de un lado a otro por el viento. En nuestro caso, el viento representa las diferentes situaciones y problemas que se pueden presentar cuando caminamos hacia el objetivo que queremos alcanzar; y si estamos llenos de inseguridades, nos harán cambiar de rumbo y perder el enfoque, llevándonos de un lado a otro sin rumbo.
Nuestro Dios es veraz. Él es nuestro lugar seguro y no hay palabra que salga de su boca que vuelva a Él vacía; por el contrario, antes cumplirá el objetivo por el cual fue enviada (Isaías 55:11). Por eso, todo lo que nuestro Señor ha prometido para nuestras vidas se va a cumplir; y todo lo que pidamos a Él debemos hacerlo con fe, seguros de que sus oídos están atentos a nuestro clamor, y confiados en que Él suplirá todas nuestras necesidades según sus riquezas en gloria (Filipenses 4:19).
Nuestra confianza está en nuestro Padre Celestial, por eso no podemos dar cabida a la duda en nuestro corazón.
Hay milagros, respuestas a nuestras oraciones y promesas de Dios gravitando sobre nosotros. Algunas esperando el tiempo correcto para cumplirse, y otras que solo están esperando nuestro accionar para irrumpir en nuestras vidas.
Sincerémonos y de todo corazón, preguntémonos: ¿Hemos recibido hasta hoy la respuesta milagrosa que anhelábamos desde el comienzo del año? Si aún no la hemos obtenido, quizás sea porque hemos sido inconstantes e indecisos, porque hay cosas que teníamos que hacer, que por la duda no hemos hecho y en consecuencia están reteniendo nuestra bendición.
Lo que Dios quiere transmitirnos hoy es que nuestra fe y confianza en Él también se basa en nuestras acciones; no solo es creer, es actuar y accionar en la dirección que Papá, a través del Espíritu Santo, nos muestra. Eso nos hace ser personas constantes, seguras y centradas en la promesa y en alcanzar el milagro que nuestro Señor tiene para nosotros.
Si hoy estamos siendo constantes y sin darle lugar a la duda, estamos accionando, creyendo y confiando en que Dios está obrando a nuestro favor; más temprano que tarde recibiremos ese milagro que tanto hemos esperado.
Si por el contrario, hemos sido inconstantes y hemos albergado la duda en nuestro corazón, no nos desanimemos; nuestro Padre es Dios de segundas, terceras y hasta cuartas oportunidades. Es tiempo de corregir, sacar el temor y la inseguridad en el nombre de Jesús, poner nuestra confianza en el Dios todopoderoso y dirigir el rumbo de nuestras vidas hacia donde su Espíritu Santo nos está señalando.
Nada es imposible para Dios; solo hay que creer, ser constantes y accionar en nuestra fe.
Toma un tiempo para orar
Mi amado Señor, gracias por recordarme que debo confiar en Ti. Ayúdame a dejar de dudar y a seguir adelante con fe. Dame la fuerza para no rendirme. En el nombre de Jesús, echo fuera el miedo y la inseguridad. A partir de hoy, caminaré confiando en Ti. Amén.