Los desiertos son lugares solitarios, áridos y poco deseados. Son sitios agresivos, muy poco compasivos por sus temperaturas y sus zonas despobladas por personas, pero poblados por animales muy peligrosos y rechazados, es decir, aquellos que nunca formarían parte de una lista de mascotas deseadas.

En los desiertos no existe sombra o agua, por lo que están ausentes de frutos, alimentos, y esto lo hace un lugar particular para distinguirse por la ausencia de vida. La realidad de un desierto, es que se respira muerte.

El pueblo de Israel, cuando miró las circunstancias del desierto que atravesaban, dijeron a Moisés: ‭(Éxodo 14:11) ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?

Ellos fueron presionados por su alrededor, el desierto les afectó en gran manera, por lo que no entendieron: cuál era su final, no pudieron ver los milagros que recibían de parte de Dios y mucho menos, entender que la presencia del Señor, estaba con ellos y que iban hacia un lugar mucho mejor.

Los desiertos pueden llegar a ser tan difíciles que si no entendemos el por qué y para qué estamos en ese lugar, podríamos llegar a:

1. Añorar el Egipto de donde fuimos liberados.
2. Desear la esclavitud a la que vivíamos sometidos.
3. Extrañar al faraón que nos oprimía.

¡Enfoquemonos! No debemos desear volver atrás. Necesitamos continuar hacia adelante. Atrás hay muerte, adelante hay vida. Atrás hay esclavitud, adelante hay libertad. Atrás hay opresión, adelante está nuestra total liberación. Atrás hay sequía, adelante hay agua fresca del cielo esperando por nosotros. Atrás está el opresor, adelante está nuestro libertador.

Los desiertos que Dios nos ha permitido que transitemos, son de propósito y buscan sacarnos de la esclavitud, pero también sacar la esclavitud de nuestros corazones. La mayor esclavitud que podemos experimentar es la del corazón. Podríamos ser libres por fuera y esclavos por dentro.

Hay un lugar que estamos transitando, no es el más deseado, pero está marcado de forma divina, para mostrar una provisión sobrenatural de la presencia del Señor, de su Vida y su Verdad. Es aquí en este lugar que se nos dará a conocer la Verdad y está nos hará libres (Juan 8:32).

Hemos sido llamados a libertad por el Rey. Él nos salvó y trajo a celebrar fiesta en el desierto (Éxodo 5:1). Es aquí donde viviremos de verdad, nos gozaremos, nos alegraremos, veremos sus obras sobrenaturales y se nos mostrará el gran fundamento de nuestra fe: Cristo en nosotros, la esperanza de Gloria (Col 1:27).