Despiertos para aceptar su voluntad
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Hallar a Cristo, es hallar la Luz de la vida.
Hallar a Cristo, es hallar la Luz de la vida. Él es la Luz de los hombres. Todo aquel que se acerca a Jesús, será iluminado por su Amor y su Gracia.
Por su infinita misericordia
Nuestra vida tiene por delante, capítulos por ser escritos, nuevas oportunidades para hacerlo mejor, pero nunca olvidemos que es por su infinita misericordia
Incienso agradable
Nuestro incienso agradable es anhelado por el Padre, mucho más de lo que nosotros le anhelamos a Él. Nuestro Padre siempre nos espera en el lugar íntimo.
Despiertos para aceptar su voluntad
Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.
María había tenido una visitación del Espíritu Santo para concebir al Hijo de Dios en su vientre. Ella y José, iban camino al matrimonio y de repente, ella fue sorprendida por la visitación de Dios con una asignación poco común, pero que ponía en riesgo su credibilidad.
El cielo había desatado el mayor evento que pudiera tomar lugar en la historia de la tierra. Una impartición espiritual había irrumpido en una humilde mujer. Era fidedigno lo que había pasado. El peso espiritual de tal evento era evidente, María lo abrazó, José lo rechazó.
María era el epicentro de algo que sin lugar a dudas era un hecho sin precedentes en el mundo, pero José, visto desde nuestra perspectiva, pecó por incrédulo. Él es símbolo de juicio por incredulidad, falta de fe y siendo aún más sinceros entre nosotros, hasta le queda la etiqueta de “mundano” por no creer a su futura esposa, el relato de algo tan espiritual, como lo que estaban atravesando.
José, era un hombre común y corriente, que se preparaba con esfuerzo y trabajo para contraer matrimonio con una mujer a la cual le debía su amor. La experiencia divina era de María, no de él. José era un hombre piadoso, del linaje escogido, un hombre creyente, pero esto no significaba esperar un embarazo divino, mucho menos con el tamaño de tal compromiso.
Ante todo este gran suceso, hay dos formas que Dios usa para revelar a los hombres su voluntad. A María se le aparece el ángel ella estando despierta. Símbolo de estar despierta espiritualmente. A José se le aparece en un sueño. Símbolo de estar dormido espiritualmente. Sueño, dormir, en sentido figurado “letargo espiritual”.
El uno no era mejor que el otro, pero si tenían condiciones distintas. Lo vemos en sus formas de reaccionar ante los eventos. A María por su condición se le anunció que quedaría embarazada. A José por su condición, se le convenció de que no hiciera tal como quería.
¿Hoy estamos despiertos para aceptar su voluntad? O ¿estamos dormidos espiritualmente para rechazar su llamado? ¿Se nos tiene que despertar para que no cometamos una locura?
José no tuvo el discernimiento, el atino y la fe, para saber que todo lo que veía como un embrollo, era una obra bendita de Dios. Cuando estamos dormidos espiritualmente y no entendemos la voluntad de Dios, podemos contrariarnos sin sentido y querer decidir tercamente en contra de ella.
Nuestro intelecto fusila el espíritu y nuestras decisiones almáticas amenazan nuestro destino espiritual. Jonás, no entendiendo, fue testarudo contra la voluntad de Dios y se fue al lugar contrario, llegando a parar a Tarsis (Un lugar contrario a donde debía estar).
Judas, no comprendiendo el reinado al cual servía y era expuesto, se fue del lugar de su asignación como discípulo para tomar el lugar como traidor, y fue a parar a la horca.
José, pudo atender la voz del ángel, despertó y atendió el llamado de Dios. Creyó aún cuando otros no creerían lo ocurrido. Todo lo que nuestro Señor hace tiene un sentido en su plan, no en nuestro entendimiento. Despertemos a Él, creamosle, avancemos, no nos detengamos y veremos nacer en nuestras vidas los mayores sueños de Dios para este tiempo.
Toma un tiempo para orar
Mi Dios amado, gracias por Tu perfecta voluntad para mi vida. Hoy quiero pedirte que me ayudes a despertar de mi letargo, de mi sueño espiritual que me impide discernir Tu revelación y aceptar Tu voluntad. En el nombre poderoso de Jesús, reprendo todo espíritu de estupor y pereza espiritual. Amén.