Incienso agradable
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Hallar a Cristo, es hallar la Luz de la vida.
Hallar a Cristo, es hallar la Luz de la vida. Él es la Luz de los hombres. Todo aquel que se acerca a Jesús, será iluminado por su Amor y su Gracia.
Por su infinita misericordia
Nuestra vida tiene por delante, capítulos por ser escritos, nuevas oportunidades para hacerlo mejor, pero nunca olvidemos que es por su infinita misericordia
Despiertos para aceptar su voluntad
¿Hoy estamos despiertos para aceptar su voluntad? O ¿estamos dormidos espiritualmente para rechazar su llamado?
Incienso agradable
Suba mi oración delante de ti como el incienso.
Si hay algo verdaderamente preciado en el cielo, son nuestros tiempos íntimos con el Padre. Ese tiempo donde nuestro ser es derramado a los pies de nuestro Amado con el fin de amarle y darle nuestra alabanza.
Las palabras de Jesús, nuestro Señor, siempre nos guiaron al lugar íntimo y secreto. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto (Mt 6:6). Aquí aposento del original griego tameion, quiere decir “una cámara interior” o “una habitación secreta”.
Es en esa habitación secreta, donde se propicia el mayor encuentro de toda nuestra vida. Es ahí, en ese lugar, donde se fusiona lo natural y lo eterno, lo creado con su Creador, el rústico barro con las preciosas manos del Alfarero.
Ese lugar, ese preciso lugar, es donde se establece la mayor plataforma con fundamento en nuestro corazón, desde donde nacen las más hermosas alabanzas, nuestras más preciosas palabras de agradecimiento, nuestro más ferviente deseo por su Presencia, nuestro más puro aroma de nuestra alma para Él, el amado de nuestro ser.
Nuestro incienso es anhelado por el Padre, mucho más de lo que nosotros le anhelamos a Él. Nuestro Padre siempre nos espera en el lugar íntimo, con brazos abiertos y con el fin de recibir de nosotros ese perfume agradable. Un perfume capaz de traspasar cualquier pared, frontera, y todos los tres niveles del cielo, para llegar a un lugar donde nadie más puede accesar por méritos propios: el trono celestial.
Nuestras oraciones son el sonido más especial delante del trono, pero también el aroma más profundo, característico y único, verdaderamente relevante para nuestro Señor.
Traigamos nuestras oraciones, con corazón sincero, levantemonos para inundar el cielo con un grato y agradable aroma, que sea recibido por nuestro Dios y Padre celestial.
Toma un tiempo para orar
Padre amado, hoy vengo ante ti con el deseo de inundar tu trono con un olor grato y agradable a ti. Gracias por toda tu bondad y misericordia hacia mí. Te amo Jesús, anhelo tener una relación íntima contigo, quiero conocerte más, quiero aprender a escuchar tu voz y cada día levantar incienso que perfume el trono de tu gracia. Por eso te pido que quites de mí todo lo que me impide pasar tiempo contigo. En el nombre poderoso de Jesús. Amén.