En la celebración especial este jueves, le dimos un Feliz Día de las Madres, compartimos un hermoso detalle con mujeres virtuosas, honramos a nuestra Pastora Loida de López y disfrutamos de danzas y alabanzas que tocaron nuestros corazones.

Además de esta celebración, fuimos edificados por un mensaje inspirador. La Biblia nos presenta la historia de dos hermanas muy diferentes: María y Marta, quienes recibieron a Jesús en su hogar. Mientras Marta se afanaba con quehaceres, María eligió sentarse a los pies de Jesús para escuchar su enseñanza, escogiendo así la mejor parte (Lucas 10:38-42).

Y esa buena parte, ¡es la Palabra del Señor! Un tesoro que nadie puede quitarte, un regalo divino que se convierte en tu guía y salvación en los momentos más oscuros de la vida. Esta Palabra, cargada de promesas y sabiduría, tiene el poder de transformar tu angustia en esperanza y tu desesperación en fe.

Aún cuando enfrentes momentos difíciles, aferrarte a la Palabra te dará la fortaleza para levantarte, recordándote que ningún proceso dura para siempre. Es en esos instantes de prueba en los que puedes encontrar consuelo y dirección.

Por ejemplo, cuando sientes que el peso del mundo se cierne sobre tus hombros, recitar versículos de aliento te permitirá ver la luz al final del túnel, recordándote que, a pesar de las dificultades, siempre hay una salida. Además, rodearte de historias de personajes bíblicos que enfrentaron grandes adversidades—como Job, que, a pesar de su sufrimiento, nunca perdió la fe—te inspirará a mantener tu esperanza viva. Así, la Palabra del Señor se convierte no solo en un refugio seguro, sino también en un faro que ilumina tu camino hacia un futuro lleno de posibilidades.

Si decides caminar junto a Dios cada día, obedeciendo y creyendo en Su Palabra, alcanzarás el propósito que Él tiene para ti y lograrás todo aquello que te ha prometido.

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