«No tratamos de agradar a la gente, sino a Dios, que examina nuestro corazón».

1 Tesalonicenses 2:4 | Nueva Versión Internacional

Todos tenemos un fin natural mientras vivimos: agradar a alguien. Normalmente ese alguien es la persona que más admiramos, respetamos o adulamos.

El apóstol nos demuestra que su motivación siempre fue agradar a Dios antes que al hombre, en otra de sus cartas escribe: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. Su pensamiento centrado en Dios no le daba lugar a coquetear con la farándula del momento.

Sería grandioso para todos que tuviéramos como objetivo claro y pensamiento centrado, agradar a Dios, pero en la práctica normalmente no es así. Este podio suele ser ocupado por el pastor, el líder, el jefe, el cónyuge, el hijo o cualquier otra persona, y solemos darle un pequeño espacio a Jesús.

¿A quién has buscado agradar en estos últimos días? El corazón siempre se inclinará en agradar al hombre, pero el Espíritu siempre te llevará a agradar a tu Dios.

Si el hombre ocupa ese podio, preparémonos para la decepción, pues nos fallará, pero si es Jesús quien está en ese primer lugar de tu corazón, entonces lo mejor, en paz y seguridad está por venir.

Haz esta oración

Padre, te pido perdón si he buscado agradar al hombre que me rodea. Permite que se renueve en mí un pensamiento centrado en ti y en quien tú eres. Antes que nadie quiero agradarte a ti y que ocupes el primer lugar en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.

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Amén 🙏❤️

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