Nuestra historia

Cuando oraba a solas, le preguntaba a Dios: ¿Cómo podría hacer para tener una gran congregación que no esté fundamentada en la cantidad sino en la calidad de sus miembros?

Pude entender que la forma de lograr esta meta era enseñar a cada uno a ser cristiano de calidad y no de cantidad, según el modelo de Jesús, para que cada miembro de Centro De Esperanza comprenda cuál es el nivel de congregación que el Señor espera que tengamos.

Desde ese momento yo pude recordar que el Señor nos entregó la oportunidad de ser una iglesia de liberación, de milagros y adoración; así como lo fue la iglesia primitiva.

Para alcanzar semejante nivel debemos estar agradecidos por su amor y misericordia, pues todo lo que hemos logrado se lo debemos al Señor y estamos dispuestos a sembrarlo en otros que también lo necesiten.

Todo miembro de nuestra Iglesia debe compartir con los que no tienen esperanza el mensaje y el modelo de Jesús. Este otorga la realidad de ver al pecador con misericordia y no como sujeto a la perdición. También, y sobre todo, procura su reconciliación con Dios.

Para alcanzar la estatura y la reconciliación con Jesús necesitamos con prontitud prepararnos en el conocimiento de Dios y su palabra.

Es por las razones anteriores que deseo que extraiga el mayor beneficio de los temas de calidad para que inicie su crecimiento y viva según el modelo de Jesús.

Nuestra declaración de fe

Creemos en las Sagradas Escrituras, la Biblia, como la palabra inspirada de Dios; mediante la cual se le revela al ser humano; constituyendo nuestra única regla infalible de fe y conducta.

Creemos en la Trinidad; en la existencia de un solo Dios, infinitamente perfecto, creador y Señor del universo, manifestado eternamente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; idénticos en sustancia, atributos, poder y gloria; quien gobierna y sustenta todas las cosas.

Creemos en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, concebido por el Espíritu Santo y nacido de María virgen, en su muerte en la cruz, en su resurreción corporal, en su ascensión a la diestra del Padre, en su victoria sobre la muerte y sobre los poderes de las tinieblas y en su obra intercesora ante el Padre.

Creemos en la salvación integral del ser humano (cuerpo, alma y espíritu), ofrecida gratuitamente a tráves de Jesucristo, único mediador entre Dios y la humanidad, quien murió en la cruz para el perdón de todos nuestros pecados.

Creemos en el Espíritu Santo, el cual es enviado para morar en el creyente, produciendo convicción de pecado, fe y un nuevo nacimiento; regenerándolo, guiándolo, enseñándolo, santificándolo para la gloria de Dios.

Creemos en el bautismo en agua por inmersión; cad persona que se arrepiente de sus pecados debe ser bautizado en el nombre del Padre, del hijo, y del Espíritu Santo como obediencia a la ordenanza dada por el Señor a su iglesia y como testimonio público de conversión al evangelio de Jesucristo, identificándose con su muerte, sepultura y resurrección.

Creemos en la santa cena o cena del Señor, como la conmemoración y participación simbólica de su muerte, señal del nuevo pacto, y anuncio de su segunda venida.

Creemos en la segunda venida de Cristo, en la resurreción de los muertos, en el juicio final, y en el establecimiento de su reino glorioso. Asimismo que los incrédulos serán separados eternamente de la presencia de Dios y los justos vivirán con él por siempre en una tierra nueva y un cielo nuevo.

Creemos en la iglesia, en el sacerdocio de todos aquellos que creen en el Señor Jesucristo, que son redimidos por su sangre, que han nacido de nuevo y que en la unidad del Espíritu Santo constituyen el cuerpo; comprometidos con el mandamiento de la proclamación del evangelio en todo el mundo, el servicio de amor al prójimo, la congregasión de los santos para la adoración a Dios, la edifciación por medio de la Palabra, la oración y la comunión de unos con otros para el fortalecimiento de la fe, y cuya cabeza es Cristo.

Creemos en el poder de la oración, en sus diversas formas y manifestaciones que invaden lo imposible para transformar las circunstancias, para hacer retroceder las tinieblas y atar a los demonios, y para mover la mano de Dios en la dirección de su voluntad.

Creemos en el diezmo (fidelidad) y en las ofrendas (gratitud), como medio usado por Dios para bendecir nuestras vidas, sostener el reino y desarrollar la visión de la iglesia.