Ama a Dios ¡con todo!

«Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.»

Marcos 12:30 | Reina Valera 1960

Dios no quiere nuestro amor por partes ni compartir su gloria con nadie. Él quiere que te ocupes en buscar su Reino y todo lo demás vendrá por añadidura.

Para amar a Dios con el corazón, este debe ser transformado para que todo lo que emane de él, gire entorno a Dios; nuestras palabras, actitudes, comportamientos provienen de la abundancia de nuestro corazón.

Para amar a Dios con el alma, debes saber que en ella hacen vida tus sentimientos y emociones, ¡y no son lo mismo! Los sentimientos están ligados a la historia de la vida; las emociones están más ligadas al corazón. Cuídate de lo tóxico, que te gobierne lo positivo.

Para amar a Dios con la mente, debes aprender a controlar ese campo de batalla. Dios nos ha dado la capacidad de pensar, razonar y discernir cada situación que enfrentamos en la cotidianidad. Cuando nuestra mente está dominada por el entendimiento de Dios, nada es imposible.

Para amar a Dios con todas tus fuerzas, debes despojarte de la vieja naturaleza; al darle gobierno al Señor en tu corazón, alma y mente, vas a ser renovado por el poder de la Palabra y así comprobar su voluntad: buena, agradable y perfecta.

Para amar al Señor tenemos que hacer un esfuerzo diario, evaluarnos constantemente para identificar aquello que nos impide cumplir con este gran mandamiento. ¡Esfuérzate y sé muy valiente! Dios uno es, ámalo con todo tu ser.

Haz esta oración

Gracias, mi Señor. Hoy subordino todo lo que tengo a ti, Dios. Me determino en crecer en mi vida espiritual y comprometerme a amarte con todo mi ser. Me expongo a tu Palabra y a tu gloria, veré tu manifestación en mí a causa de mi obediencia. En el nombre de Jesús, amén.