«Pero el que beba del agua que yo doy nunca más tendrá sed. Porque esa agua es como un manantial del que brota vida eterna».
Juan 4:14 | Traducción de Lenguaje Actual
Imagina que estás haciendo un paseo por el desierto del Sahara, pero hiciste un mal cálculo y se te agotó pronto un recurso vital: el agua. Esto es crítico, atenta contra tu vida y lo que comenzó como un paseo muy significativo, ahora podría girar en un final inesperado.
En medio de la angustia, de la preocupación, sediento, con poca esperanza de vida y en medio del desierto, a lo lejos surge una esperanzadora imagen, no está clara, pero parece ser un oasis, comienzas a correr hacia ese lugar y al llegar te encuentras con una fuente de agua natural y refrescante.
Inexplicable, pero sin pensarlo, creo que tomarías toda el agua posible hasta quedar rebozado, llenarías las cantimploras y te prepararías para continuar tu camino en aquel paseo, todo cobró sentido nuevamente.
Quizás hoy podríamos estar sedientos, sin esperanzas, con miedos, producto de un mal cálculo en alguna parte del camino de nuestra vida, pero la buena noticia es que Jesús es la fuente de vida para todos los sedientos, para aquellos que quieran acercarse a beber.
De esa fuente brota paz, esperanza, confianza, verdad, vida y tantas cosas que solo podrás experimentar cuando te atrevas a beber, por tu propia cuenta, de su fuente.
¿Has vivido lejos de Jesús? ¿Está tu alma sedienta? ¿Quieres beber hoy de esa fuente que Jesús te ofrece?
Ni el dinero, ni los placeres, ni nada en este mundo puede, ni podrá saciar la sed en tu alma.
Sólo Jesús te ofrece el agua que sacia la sed ¡para siempre!
Haz esta oración
Jesús, hoy reconozco que necesito de ti. En medio de mi caminar he tenido sed, y aunque quizá muchas veces vi a lo lejos ese oasis que me ofreces, no quise acercarme. Hoy me acerco para decirte: dame de esa agua, sacia mi sed y lléname de ti, Jesús. Te amo. Amén.
