A pesar de tus defectos, Dios cree en tu potencial.
Todos somos importantes y necesarios, pero no somos imprescindibles. Por eso, debemos ser comprometidos con la asignación que Dios nos ha dado, ya sea con nuestro servicio en la iglesia o con el cumplimiento de nuestro propósito.
Dios nos coloca donde debemos estar para crecer, avanzar y ser de testimonio de determinación, recompensa y enfoque.
Todo lo que hagamos debemos hacerlo con compromiso y excelencia como si fuera para Dios, poniendo nuestros ojos en la recompensa sobreabundante que Él pueda darnos, y no en una recompensa limitada del hombre.
Seamos comprometidos a pesar de que el camino sea largo y la montaña alta, porque mientras permanezcamos en Dios, tendremos la victoria.
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