«Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno».

Romanos 12:3 | Reina-Valera 1960

Con este versículo el apóstol Pablo nos recuerda que el ministerio de Dios no es un club social o una empresa, estructurados según los talentos o posesiones terrenales. Es un alerta al pueblo que nos recuerda que Jesús el cual, siendo el hijo de Dios, fue el primero en servir a los demás.

Todo el trabajo y el servicio en el reino es importante, así como lo son los órganos de nuestro cuerpo, aún el huesito llamado “martillo” del oído, el cual junto a otros son necesarios para la audición.

Como hijos de Dios, debemos saber que conforme la iglesia crecen, se van a sumar servidores, seamos puentes para testificar el amor de Dios, que se sientan bienvenidos y hacerlos sentir importantes.

No es más, el líder o el que prédica, que aquel que limpia, solo tienen diferentes funciones.

¿Quieres ser reconocido? ¿Quieres que te sirvan? ¿Que te hagan sentir importante? Hoy te invito que pienses de ti con cordura, recordando la Gracia y el Favor, nada somos sin eso, nada somos sin Jesús.

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Señor, perdona si he sido soberbio o si he tenido un concepto inferior de mi mismo. Gracias por recordarme que tu eres mi ejemplo de servicio a seguir, ayúdame a hacerlo con amor, gratitud y respeto a otros, te lo pido en el nombre de Jesús, amén.

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