Hay un paso importante para poder accesar a la manifestación de esa palabra profética que recibimos en nuestra vida: cambio.

El cambio es un proceso de transición que demanda una inversión de tiempo.

Como cristianos debemos reconocer la necesidad de cambiar para enfocarnos en el futuro que Dios tiene para nosotros.

Examinar cada área de nuestra vida (familiar, personal, profesional, finanzas), acompañados por nuestro Dios, nos hará ser el profeta de nuestro destino y actuar proactivamente en busca de resultados positivos en nuestra mente, actitud, estilo de vida y cultura.

A lo mejor, no podemos afectar al mundo entero con nuestro cambio, pero sí a nuestro entorno familiar, laboral, amistades y vecinos.

Abracemos la verdad de Dios, esto es lo único que produce un cambio genuino.

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