¿Cual es tu Precio?

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Devocional: La Palabra de Dios

La Palabra de Dios

A su tiempo veremos con nuestros ojos y palparemos con nuestras manos, lo que en un tiempo oímos con nuestros oídos: la Palabra de Dios hablada a nuestras vidas

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¿Cual es tu Precio?

Nuestra integridad no se mide por las cosas que hacemos, por las buenas obras, por cuánto trabajamos en la iglesia, ni lo que hacemos por las personas.

Honrar a Dios debe estar por encima de cualquier cosa.

¿Sabías que una persona puede ser honesta sin ser integra? 

La honestidad es la sintonía entre lo que hablamos, pensamos y decimos, tiene que ver con nuestra conducta delante de las personas.

Sin embargo, la integridad tiene que ver con quiénes somos cuando estamos solos, cuando nadie nos ve. En la integridad hay honestidad, pero en la honestidad no necesariamente hay integridad.

Nuestra integridad no se mide por las cosas que hacemos, por las buenas obras, por cuánto trabajamos en la iglesia, ni lo que hacemos por las personas.

Se mide por quién eres cuando solo Dios te observa, por las convicciones que te sostienen en medio de un ambiente donde estás llamado a ser luz. 

Podemos proponernos ser íntegros, honrar a Dios con nuestra vida en nuestros hogares, trabajos y entornos. 

Tengamos en cuenta que:

1- La integridad no depende de la circunstancias.

A pesar de lo difícil que podamos enfrentar, no olvidemos nuestras convicciones. La integridad debe estar en nuestro corazón.

2- No vendas tu integridad.

La integridad no tiene precio, desde el primer momento que enfrentamos una tentación o situación difícil debemos responder con nuestras convicciones.

3- Déjate influenciar por el Señor.

Mientras más tiempo pases con Dios, vas a tener más de su mente y corazón. 

4- Practica la integridad todos los días.

Tu integridad no ha pasado por alto ante los ojos de Dios, Él honra tu obediencia y convicciones.

La integridad construye la vida de los que nos siguen. Vivamos para agradar a Dios y no la aprobación del mundo.

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