Señor, acuérdate de mí

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Señor, acuérdate de mí

Haz orado: Señor, acuérdate de mí? Dios nunca se va a olvidar de ti, pero esa verdad no te da licencia de hacer lo que tú quieras, desobedecer y desviarte
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Alguna vez le haz dicho a Dios: Señor, acuérdate de mí?

Nadie te quita lo que Dios te ha entregado al menos que tú lo deseches. Y es que Dios nunca se va a olvidar de ti, pero esa verdad no te da licencia de hacer lo que tú quieras, desobedecer y desviarte de tu camino; haz lo correcto para ser prosperado, engrandecido y bendecido.

En nuestro Ayuno Congregacional, pudimos aprender algo poderoso de la historia de Sansón, un juez de Israel con un propósito divino, nacido de una madre estéril. Él fue llamado a ser luz para el pueblo de Israel, que estaba en la oscuridad debido a la opresión de los filisteos.

Fue un hombre reconocido por su gran fuerza física, pero débil en carácter. A pesar de sus debilidades internas y sus pensamientos errados, él aún demostraba dependencia del Espíritu Santo. Él era un hombre apartado para Dios, solo que su falta de carácter lo llevó a actuar en contra de su propósito divino. Y este es un recordatorio de que muchos pueden tener talentos, pero sin carácter, es difícil mantenerse en el lugar que Dios nos ha designado.

Sansón cayó en la tentación de Dalila, lo que finalmente lo llevó a su caída. Sin embargo, incluso en su desobediencia, había una palabra divina sobre él. A pesar de que los filisteos le cortaron el cabello, símbolo de su identidad y fuerza, olvidaron que su cabello volvería a crecer. La historia de Sansón es una lección sobre la importancia de resistir la tentación y esto solo se logra con una relación con Dios. 

Es posible que hoy estés diciendo: Señor, acuérdate de mí, pero sin importar las dificultades y las pruebas, es crucial recordar que somos hijos e hijas de Dios, elegidos y amados. Incluso cuando Sansón se desvió, la misericordia de Dios siempre estuvo presente. Todo lo que Sansón tenía que hacer era volver su corazón al Señor. Esta es una poderosa lección para todos nosotros: no importa cuán lejos nos desviemos, siempre podemos volver a Dios y recibir una segunda oportunidad.

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