Es justamente en el corazón del hombre donde empieza el proceso que nos lleva a un encuentro profundo con nuestro Padre.
A Dios no le impresiona las cosas externas, en su Palabra Él no nos manda a fijarnos en lo externo, sino en el corazón de las personas, eso es en lo que fija Dios.
El corazón es más que un órgano, tiene un propósito más profundo, es el centro de nuestras emociones y nuestro contenedor de vida.
La tragedia del ser humano sea cristiano o no, es un corazón endurecido.
En el libro de Éxodo 5-14, la Biblia nos habla de Faraón, quien era un hombre de corazón endurecido, en el que podemos ver que las personas con este tipo de corazón no pueden obedecer a Dios, no reconocen Su voz, no son capaces de ver su propio caos ni lo lastimados que están.
¿Por cuánto tiempo la persona de duro corazón va a continuar así? ¿Cuándo va a decir la frase “Señor, he pecado”? Dios nos ha llamado a vivir bajo su voluntad y para eso debemos tener una relación con Él.
El juicio cayó sobre Faraón y caerá sobre cualquier persona con corazón duro. Por eso necesitamos decir en algún momento de nuestra vida que estemos pasando por un momento difícil “Señor, ¿qué me quieres enseñar?” Y si ya has endurecido tu corazón, es el momento para arrepentirte, pídele perdón a Dios ¡Y los cielos se te van a abrir, la paz que tanto necesitas vendrá y la restitución de esa sensibilidad inundará tu vida!
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