La vida cristiana es un camino de fe. Las altas y las bajas son parte del proceso natural de Dios en nuestro crecimiento y progreso en la fe.
Abraham, cuyo título es “el padre de la fe”, expone una confianza incondicional en Dios, que no escatimaba las circunstancias para mostrar una fe absoluta en el Señor. A pesar de haber nacido en una tierra pagana, él obedece a Dios y vivió cargado solo de promesas y en consecuencia a su confianza vio cómo Dios empezó a cumplirlas.
Todos nosotros, en algún momento, en nuestro camino de la fe hemos tropezado. Abraham tuvo dudas, no era perfecto. Pero si nos hemos levantado, es para renovar nuestras fuerzas y confianza en Dios recordando sus promesas.
La vida de Abraham nos muestra los principios de cómo caminar en fe, debemos aprender a:
- Escuchar la voz de Dios.
- Obedecer a Dios.
- Depender de Dios.
- Esperar en Dios.
- Reconocer y arrepentirnos en nuestras equivocaciones.
¿Estás confiando en Dios y en sus promesas? ¿Estás dispuesto a poner lo que más amas en las manos de Dios como lo hizo Abraham con Isaac? No hay sustitutos para la fe y sin ella es imposible agradar a Dios.
¡No te pierdas lo que Dios tiene para ti por caminar en desobediencia! No te rindas por nada, no te dejes convencer por los problemas que estas atravesando, recuerda la palabra de Dios que te ha sostenido hasta el día de hoy. ¡Confía en Dios y camina creyendo que sobre ti hay una promesa!
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