Somos deudores, pero no a la ley, sino a Cristo que pagó por nosotros. La gracia de Dios nos santifica, nos salva, nos ayuda a servir y a dar con generosidad, su gracia es todo lo que necesitamos y ya lo tenemos gracias a Él.

La ley produce condenación, por medio de ella podemos reconocer el pecado, pero no es la ley la que lo remueve, sino Cristo, quien murió en la cruz del Calvario para que todos los asuntos de tus pecados pasados, presentes y futuros fueran resueltos.

A veces no somos conscientes de que todo nuestro esfuerzo por agradar a Dios, en nuestras propias fuerzas, nos pone bajo la maldición de la ley, porque tomamos la buena Palabra de Dios y hacemos una ley de ella, violando la dispensación presente. No se trata de lo que tú puedas hacer por Dios, porque ya Dios, a través de la ley te demostró que no puedes hacer nada sin su gracia.

Dios no quiere que veamos su Palabra como una imposición, sino que la veamos por fe, que se haga una realidad en nuestras vidas. Es por gracia que somos salvos, es la fe que nos hace vivir en relación con nuestro Creador. 

La gracia es un regalo gratuito e inmerecido, no merecemos que el Señor haga nada por nosotros, nada nos calificaba para que nos salvara, Él lo hizo porque así lo quiso, por su amor inagotable.

Dios se complace en ti porque primero se complació en Cristo; al recibir a Jesús, nos unimos a Él y Dios Padre nos trata como a sus hijos. Cuando Dios te ve, no te ve a ti, ve a Cristo.

¡Alábalo porque el Padre se agrada del Cristo que mora en tu vida!

. . .

Disfruta de este mensaje completo a continuación…

¿No puedes ver el video? Entra haciendo click aquí