El Espíritu Santo vino como Viento Recio, renovador, transformador, sanador, salvador y libertador sobre nuestras vidas.
Cuando el Espíritu de Dios llega como un viento huracanado, trae consigo movimiento, orden y da vida a lo que está muerto, trayendo un nuevo renacer.
Por eso nuestra fe no está fundamentada en la muerte de nuestro Señor Jesucristo, sino en su resurección.
Recordemos cada día que tenemos un Dios ilimitado,
Gracias a él tenemos una mente renovada donde lo imposible parece lógico y que aunque somos creados del polvo, en Cristo resucitamos.
La garantía es vivir el cielo en la tierra con el Espíritu.
Recuerda que un viento contrario del diablo solo puede ser detenido por un viento contrario del Señor.
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