El bote salvavidas

«Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí»

Isaías 6:8 | Reina-Valera 1960

Una pequeña embarcación tuvo que atravesar una gran tormenta, su débil estructura no pudo soportar la furia de las olas y poco a poco, lo que en un principio fue un lugar seguro, quedó destruido en medio del mar. El único tripulante quedó a la deriva, pero convencido de que algo iba a pasar, en su corazón solo repetía «Dios mío, ayúdame». No pasó mucho cuando un barco se percató y se acercó a su rescate, enviando un bote salvavidas, el hombre supo que ese acto era una respuesta de Su Salvador.

Allá afuera hay vidas hundiéndose, cansadas de nadar, de intentar sobrevivir, anhelando una ayuda; tú tienes en tus manos un bote salvavidas para usar y lanzar.

A Dios le duele cada alma que se pierde por la falta de Jesús en su corazón, pero ¿A quién enviará a hablar? Es momento de que levantes tu mano y digas: «Heme aquí, envíame a mí»

Cuando seas enviado, vas a predicar y alguien va a escuchar, alguien que clamaba por ayuda del Cielo. Dios te utilizará como canal de bendición y portador de una nueva oportunidad.

Haz esta oración

Mi Dios, gracias por complacerte en usarme como vocero de tu verdad, de tu plan de Salvación. Hoy alzo mis manos para decirte «Heme aquí, envíame a mí». Señor, úsame para llevar palabra de bendición a esas vidas que hoy se pierden sin ti. En el nombre de Jesús, amén.

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