Hallar a Cristo, es hallar la Luz de la vida. Él es la Luz de los hombres. Todo aquel que se acerca a Jesús, será iluminado por su Amor y su Gracia.
Nuestra vida tiene por delante, capítulos por ser escritos, nuevas oportunidades para hacerlo mejor, pero nunca olvidemos que es por su infinita misericordia
Nuestro incienso agradable es anhelado por el Padre, mucho más de lo que nosotros le anhelamos a Él. Nuestro Padre siempre nos espera en el lugar íntimo.
En los tiempos difíciles necesitamos la dirección de Dios; necesitamos su brújula divina y desde su perspectiva, los 4 puntos cardinales para este tiempo.
Nuestro anhelo como padres debe ser querer ser mejores cada día y así poder ejercer una paternidad afectiva y responsable.
Seamos madres de destino, de las que saben preparar el mejor escenario para sus hijos, para impulsarlos y llevarlos al cumplimiento del plan de Dios en ellos.
Cuando estamos en sintonía profética, la voz profética nos insta: “No veas la realidad, ¡cree la Palabra!”
El favor de Dios es un acto de bondad de nuestro Padre, aunque no lo merecemos, tenemos el derecho por medio de Jesús, nuestro salvador.
Debemos entender que la oración no es una simple asignación, tiene que convertirse en tu estilo de vida y tu sentir.
Cuando reconocemos a nuestro Creador y colocamos nuestra vida frente a quien la diseñó, inevitablemente él la transformará para siempre…
Una búsqueda genuina que nos lleve a un encuentro con el Espíritu Santo cambia profundamente nuestros corazones, pensamientos y actitudes para honrar a Dios.
Soltemos el pasado y corramos a Jesús, Él nos perdona, sana y restaura nuestro corazón para cumplir el propósito de Dios.
Donde hay una persona de fe hay un Dios dispuesto a hacer milagros. Recuerda… ¡Dios ve el final desde el comienzo!
