«Pedro le dijo: ¡Nunca dejaré que me laves los pies! Jesús le contestó: Si no te lavo los pies, ya no podrás ser mi seguidor. Simón Pedro dijo: ¡Señor, entonces no me laves solamente los pies, sino lávame también las manos y la cabeza!».

Juan 13:8-9 | Traducción en Lenguaje Actual

Jesús lavó los pies de sus discípulos, pero al llegar a Simón Pedro consiguió resistencia en él porque no se sentía digno de tal acción, pero detrás del acto de nuestro Señor, y del reconocimiento de su discípulo de lo que implica ser lavado por su maestro, hay una enseñanza valiosa sobre la pureza espiritual.

Todo aquel que cree en Cristo es lavado y perdonado, su sangre nos limpia de todo pecado. Sin embargo, nuestra naturaleza pecaminosa nos impulsa a fallar una y otra vez, resulta casi imposible no contaminar nuestra mente y corazón. Esto es motivo de peso para ir a Él y ser limpiados a diario.

Tener intimidad con el Señor, leer su palabra, examinar nuestra conducta, reconocer en qué hemos fallado, pedir perdón y perdonar, son algunas de las acciones que nos ayudarán a mantenernos limpios y en santidad.

¡Si queremos servir al Señor debemos estar limpios!

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Padre Amado, tu palabra me orienta a ser cada día mejor. Limpia y transforma todo lo que no te agrade de mí. Ayúdame a reconocer lo que me contamina. Gracias por amarme y perdonar mis debilidades.

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Amén 🙏❤️🙌

Señor levanta una generación con el anhelo genuino de vivir puros y limpios delante de ti.

Oren por mi hogar protección y mis hijos salud armonía paz