«¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?»

Santiago 4:5 | Reina Valera 1960

Existe un persona maravillosa que a diario nos espera y anhela; vivir una relación mutua con esta persona nos lleva a conocerle y amarle, cada día más.

Esta persona es el Espíritu Santo, el consolador, el cual nuestro Señor nos prometió y envió. Él no es algo, es alguien y su deseo por nosotros es llenarnos diariamente, tener un trato personal con cada uno de nosotros. Él nos ama, ¡él nos anhela!

Así como una persona, él también siente, se ríe, se goza, pero también se entristece, sobre todo cuando no le damos la atención que se merece.

Pero hoy nos invita a tener una íntima relación, corresponderle debe ser nuestro deseo. Anhelarlo y ser llenos de él es ser entendidos en que nuestro corazón, alma y cuerpo le pertenecen.

¡Nuestra entrega es deseada por él celosamente!

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Gracias, Padre amado, por el consolador: el Espíritu Santo. Hoy te reconozco en mi vida y soy consciente de que eres real, y decido crecer en mi relación contigo. Te anhelo, te necesito, te amo. Amén

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Gracias amado Dios por la presencia del Espíritu Santo en mi vida quiero llevar una relación íntima con El para que tú luz me ilumine y así pueda ser de bendición para otros te lo pido en el nombre amado de tu hijo Jesucristo amén amén amén amén amén amén amén amén amén