¿Corazón encendido o corazón apagado?
Inicio > Devocionales > Temporada 3 >
Compartir
Entérate...
Hallar a Cristo, es hallar la Luz de la vida.
Hallar a Cristo, es hallar la Luz de la vida. Él es la Luz de los hombres. Todo aquel que se acerca a Jesús, será iluminado por su Amor y su Gracia.
Por su infinita misericordia
Nuestra vida tiene por delante, capítulos por ser escritos, nuevas oportunidades para hacerlo mejor, pero nunca olvidemos que es por su infinita misericordia
Incienso agradable
Nuestro incienso agradable es anhelado por el Padre, mucho más de lo que nosotros le anhelamos a Él. Nuestro Padre siempre nos espera en el lugar íntimo.
¿Corazón encendido o corazón apagado?
Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Estamos en medio de una crisis social, que nos golpea en muchos aspectos, emocionalmente, anímicamente, moralmente, y nos vemos afectados con justa razón, pues pareciera que el impío se sale con la suya, obtiene victoria a pesar de sus descaros y prospera a pesar de su falta de temor de Dios.
Pero al venir a la presencia de Dios, al entrar en el altar de oración, se nos concede el entendimiento y se nos ilumina el alma, se enciende el fuego, se disipa el temor, se alinean nuestras emociones, para saber que hay cosas, situaciones y juicios, que escapan de nuestras pequeñas manos humanas y que tienen un por qué contemplado, en el gran plan de Dios, y que llegará a su fin a su tiempo.
Nuestro descanso en la presencia de Dios es de vida o muerte. Pues es ahí donde seremos reanimados. Donde el don que se nos ha dado cobrará vida; arderá el fuego y seremos avivados. No hay lugar que pueda surtir este efecto. No hay espacio que tenga el catalizador del Espíritu como lo es este: el lugar de intimidad.
Abrir nuestro corazón para atesorar esto es invaluable es decisivo, ya que nos hace entender los tiempos de Dios, sus planes, su voluntad y caminar en el diseño que Él ha preparado para nosotros. Cuando el corazón se abre en su presencia, el fuego se aviva en nuestro interior. Donde hay fuego de Dios no hay temor de hombre. Donde se aviva su fuego, se disipa la cobardía.
Su fuego es el atributo altamente necesario en nuestros corazones. Dios puede hacer más con un corazón avivado, que con un corazón apagado. El corazón apagado carece de poder para ejercer el llamado, carece de amor por la obra y el prójimo, y carece de dominio propio para no cruzar las fronteras de la tentación hacia el pecado.
¿Cómo está tu corazón el día de hoy? ¿Encendido o apagado?
Volvamos a Él con todo nuestro corazón. Arrepintamonos si hemos dejado apagar nuestro corazón. Pidamos a su Espíritu que nos haga arder por su buena voluntad. Que nos avive de nuevo. Que encienda nuestros corazones para que todo lo contrario a Él salga, y se active en nosotros: el poder del Padre para operar nuestro llamado en la tierra, el amor de Jesús manifiesto en la cruz hacia cada alma viviente y el dominio propio del Espíritu Santo para establecernos en la santidad.
¡Aviva el fuego del don de Dios que está en ti!
Toma un tiempo para orar
Mi Dios amado, te pido perdón por haber dejado enfriar mi corazón. Hoy, le pido al hermoso Espíritu Santo que reavive en mí la llama de la pasión por Ti, por Tu obra y por Tu voluntad. Que me haga arder de amor por las almas y me impulse a predicar Tu Evangelio a quienes lo necesiten. Purifica mi corazón de todo lo que no proviene de Ti, Señor, y activa los dones que me has concedido para cumplir Tu llamado. Ayúdame a caminar en santidad. En el nombre de Jesús, Amén.