¿Cuáles son nuestras limitantes? Esas fronteras hasta donde normalmente llegamos, exhaustos, cansados y sin los resultados deseados. Nuestras limitantes suelen ser prácticamente puntos de frustración innegables, si dependemos de nosotros.

Cuando visitamos esas líneas limitativas, invisibles para la mayoría a nuestro alrededor, pero muy reales y significativas para nuestro accionar, suelen enmudecer nuestras palabras, acortar nuestros sueños, estancarnos en puntos sin ánimos de avance.

A pesar de lo mucho que podamos saber o hacer, nuestros límites juegan en nuestra contra, debilitando nuestra avanzada en la vida. Dios no quiere esto para nosotros, él quiere hacernos ver que nuestros límites no son los de él.

Como Señor y Creador, nuestro Padre no tiene limitantes. Él opera en un poder ilimitado, el cual antes de Jesús, estaba reservado para aquellos «escogidos» con un llamado específico. Pero ahora, en Jesús, este poder sin límites, obra en todo aquel que ha puesto sus ojos en Cristo como su Salvador.

Este poder, el de Dios, nos lleva más allá de nuestras realidades, limitantes, carencias, falencias, y obra en nosotros para lograr hacer aquello que de antemano se planeó para nosotros.

¿Cuáles son tus limitantes? ¿Hasta dónde haz podido llegar? Si no puedes avanzar más, quiere decir que haz llegado al lugar donde tus limites son evidentes, pero también, es el lugar donde el poder de Jesús será visible y manifiesto para hacernos continuar. ¡Su poder obra en nosotros para hacernos continuar!

Nuestras limitantes arrojan dos cosas: que nuestros límites son evidentes y que Su poder ilimitado se hace visible.

Mientras más evidente es lo limitada de nuestras fuerzas que nos llevan a claudicar, más dependemos del Poder que emana de Jesús nuestro Señor y que obra a nuestro favor, para levantarnos, restaurarnos e impulsarnos hasta que llegar a la meta.

Nuestras fuerzas nos harán creer que podemos hasta que caemos derrotados. Sus fuerzas, nos harán saber que podemos hasta que llegamos a la cima como vencedores.