Muchos son los caminos que podemos tomar para llegar a algún destino. Podríamos buscar digitalmente la ubicación y planificar gracias a ciertos servicios de transporte capacitados, cómo llegar a ese lugar de preferencia, y en unas pocas horas o días, encontrarnos disfrutando de aquel lugar.

No así cuando deseamos llegar a nuestro máximo destino: la meta del supremo llamamiento, nuestro propósito en Dios. Para este destino en especial solo hay una ruta conocida: intimidad y oración para ser guiados en dar pasos firmes en su voluntad.

Estar lejos de su voluntad, no conociendo su guía, puede introducirnos en una carrera errática, desgastante y que al final del camino podría desencadenar en frustración y dolor.

Dependemos totalmente de nuestro Creador, para llegar a conocer el camino preparado por Él para nuestras vidas. No debemos ser orgullos en este sentido. Sin Él nunca podríamos llegar a avanzar en nuestro camino.

Sin su GPS, las vueltas en el desierto podrían ser incontables, los años más valioso nos pasarían como nada, el tiempo se nos acabaría. Sólo con su preciosa ayuda y divina guía, se nos develará las puertas por entrar, en donde cruzar, hacia dónde girar, cuándo subir y hacia cual lugar bajar. Él tiene un mapa claro de nuestro destino.

Nuestro Padre nos diseñó, con un propósito claro y específico. Su meta para nosotros en la tierra está definida. Es por esto que solo en Él podremos llegar a ese conocimiento. Solo Él puede guiarnos, mostrarnos y señalarnos, el camino a seguir hasta que podamos consumar con satisfacción, pasión y verdad, su propósito para nosotros.