Que la experiencia no apague la sensibilidad.

Que la experiencia no apague la sensibilidad. Pidamos a Dios, que ambas puedan ser impartidas a nuestras vidas, sin que una prele a la otra.
Que la experiencia no apague la sensibilidad.

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Devocional: Una fe avivada por obras

Una fe avivada por obras

Una fe avivada por obras debe hablar con amor y respeto; debe dar con manos abiertas; debe vestir al desnudo, dar a comer al hambriento, dar agua al sediento.

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Que la experiencia no apague la sensibilidad.

‭1 Samuel 3:1-4 (RVR1960‬)

El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí.

El Señor está buscando a sacerdotes humildes que no importando la falta de experiencia, la ausencia de estudios, la carencia de recursos, los limites físicos, puedan estar dispuestos a ministrar en servicio a Dios. Siempre que haya un sacerdote ministrando al Señor, algo acontecerá y Él hablará.

Elí representaba un gran sacerdote en experiencia, en el oficio, pero sin visión, estaba ciego. En algún momento su vida dejó de percibir la visual que el reino le daba para participar; quedó ciego, sus ojos se oscurecieron. Por alguna razón su experiencia en el oficio lo volvió insensible a Dios.

Debemos procurar que el oficio y la experiencia, no nos insensibilice, ni nos robe la visión del reino.

A pesar de Elí , había un pequeño jóven que al mismo tiempo, estaba en el templo, no tenía experiencia, no conocía el oficio, pero contaba con una gran sensibilidad para escuchar a Dios.

Un joven que tiene la capacidad de escuchar a Dios, tiene una gran valor en el ministerio, pues es la voz de Dios la que direcciona en la tierra, para llevar, transmitir e impartir la Verdad. Sin esta sensibilidad estamos condenados a que la visión de Reino se pierda en en la tierra, llevándonos luego a perdernos a nosotros mismos.

La verdad es que necesitamos la experiencia del adulto y la sensibilidad del joven. Pidamos a Dios, que ambas puedan ser impartidas a nuestras vidas, sin que una prele a la otra, más bien que una complemente a la otra, de la manera más idónea, con la poderosa intervención del Espíritu Santo.

Toma un tiempo para orar

Padre amado, hoy quiero pedirte perdón si he dejado que la experiencia y el conocimiento nublen mi mente alejándome de Ti y de Tu verdad. Ayúdame a servirte siempre tomado de Tu mano, dejando de lado lo mucho o lo poco que pueda saber. Permite que sea sensible a la voz de Tu Espíritu Santo para poder caminar bajo Tu voluntad. Amén.

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Amén, es incompleto si damos el conocimiento y se nos olvida el amor que debemos tener hacia ellos.