¿Qué quieren de mí?
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Los desafíos
Todos los desafíos que enfrentamos en nuestra vida tienen beneficios. Detrás de cada desafío está la mano de Dios para enseñarnos a confiar en Sus promesas.

El eco de nuestra generosidad
El eco de nuestra generosidad reflejará en nuestras vidas qué tanto estamos siendo instrumentos de bendición en manos de Dios para con otros.

Despertar de la iglesia
Cuando la iglesia se encuentra en un estado de adormecimiento, Dios trae un despertar de la iglesia, un avivamiento para restaurarla y llenarla de propósito.

¿Qué quieren de mí?
«Los alimentas con las delicias de tu mesa y les das a beber de tus ríos deleitosos».
El Señor nos pregunta hoy: ¿Qué quieren de mí?
Pudiéramos elegir muchas cosas, entre ellas la respuesta a nuestras necesidades, pero ¿Qué lo más importante? ¿Lo que más deseamos?
Fuimos creados con una dependencia de Jesús, algo indescriptible, algo que pudiéramos tratar de describir con palabras, pero que solo pueden ser expresadas con acciones de agradecimiento desde lo más profundo de nuestro ser.
Nuestro ser entero clama con hambre por Él. Es algo que no podemos disimular. Día tras día lo necesitamos, cada vez más. Nuestro anhelo eres tu Señor. Profundamente nuestra alma clama por la belleza de su presencia y la hermosura de su majestad. Su perfume nos ha cautivado y jamás quisiéramos ser impregnados por otro perfume que no sea el suyo.
¡Sácianos! ¡Llénanos! Danos de las delicias de tu mesa Jesús; aquellas que deseamos con todo nuestro ser pues son las dispuestas por nuestro Padre eterno, para vivir en la tierra. Esas delicias nos hacen querer cada vez más, pero también nos hacen guiar a otros a poder conocerlas, desearlas, amarlas y valorarlas.
Una buena pregunta es: ¿Por qué habrías Jesús de dejarnos con tal hambre si sabes que necesitamos ser saciados por ti?
Pero a la vez podemos preguntarnos: ¿Por qué tendrías que darnos algo que te pidamos?
No es por capricho, no es por antojo, tu más que nadie lo sabes, que nuestra vida eres tu, nuestro respirar es tuyo, el latir de nuestro corazón te lo debemos a ti. No apartes pues de nosotros tu presencia, no calles ante nuestros ruegos, háblanos ante nuestros deseos de escucharte, susúrranos, aunque sea un silbido apacible, aunque sea una breve letra, sílaba, palabra, pero no calles pues nuestro ser te anhela.
Que tus ríos deleitosos sacien nuestra sed, esa profunda sed que día tras día quiere llevarnos por el desierto de lo humano y que nos obliga a buscar tus manantiales, que no solo nos sacian, si no que nos hacen refrescar, nos traen refrigerio, y son el bálsamo que necesitamos en medio de todo lo que vivimos.
Tu Señor, nos preguntas hoy: ¿Qué queremos de ti?
Y hoy te respondemos: Esto queremos de ti Jesús, ser saciados de las delicias de tu mesa, beber de tus ríos deleitosos, ser llenos de ti.
Toma unos minutos para orar
Señor, ante la pregunta que hoy nos haces, esto queremos de ti, ser saciados de las delicias de tu mesa, beber de tus ríos deleitosos, ser llenos de ti. Que nuestro ser impregnado de tu perfume y poder contemplar la hermosura de tu majestad. ¡Sácianos! ¡Llénanos! En el nombre de Jesús, amén.