¿Qué quieren de mí?
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Ahora no entiendes lo que estoy haciendo
Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero te dirijo a un lugar mejor, a una fe inquebrantable, a una voluntad firme para que cumplas tu propósito.
No temas delante de ellos
No temas delante de ellos, los gigantes nunca dejarán de hacer presencia en nuestras vidas. Ellos forman parte de nuestras más grandes victorias en Dios.
Una fe avivada por obras
Una fe avivada por obras debe hablar con amor y respeto; debe dar con manos abiertas; debe vestir al desnudo, dar a comer al hambriento, dar agua al sediento.
¿Qué quieren de mí?
«Los alimentas con las delicias de tu mesa y les das a beber de tus ríos deleitosos».
El Señor nos pregunta hoy: ¿Qué quieren de mí?
Pudiéramos elegir muchas cosas, entre ellas la respuesta a nuestras necesidades, pero ¿Qué lo más importante? ¿Lo que más deseamos?
Fuimos creados con una dependencia de Jesús, algo indescriptible, algo que pudiéramos tratar de describir con palabras, pero que solo pueden ser expresadas con acciones de agradecimiento desde lo más profundo de nuestro ser.
Nuestro ser entero clama con hambre por Él. Es algo que no podemos disimular. Día tras día lo necesitamos, cada vez más. Nuestro anhelo eres tu Señor. Profundamente nuestra alma clama por la belleza de su presencia y la hermosura de su majestad. Su perfume nos ha cautivado y jamás quisiéramos ser impregnados por otro perfume que no sea el suyo.
¡Sácianos! ¡Llénanos! Danos de las delicias de tu mesa Jesús; aquellas que deseamos con todo nuestro ser pues son las dispuestas por nuestro Padre eterno, para vivir en la tierra. Esas delicias nos hacen querer cada vez más, pero también nos hacen guiar a otros a poder conocerlas, desearlas, amarlas y valorarlas.
Una buena pregunta es: ¿Por qué habrías Jesús de dejarnos con tal hambre si sabes que necesitamos ser saciados por ti?
Pero a la vez podemos preguntarnos: ¿Por qué tendrías que darnos algo que te pidamos?
No es por capricho, no es por antojo, tu más que nadie lo sabes, que nuestra vida eres tu, nuestro respirar es tuyo, el latir de nuestro corazón te lo debemos a ti. No apartes pues de nosotros tu presencia, no calles ante nuestros ruegos, háblanos ante nuestros deseos de escucharte, susúrranos, aunque sea un silbido apacible, aunque sea una breve letra, sílaba, palabra, pero no calles pues nuestro ser te anhela.
Que tus ríos deleitosos sacien nuestra sed, esa profunda sed que día tras día quiere llevarnos por el desierto de lo humano y que nos obliga a buscar tus manantiales, que no solo nos sacian, si no que nos hacen refrescar, nos traen refrigerio, y son el bálsamo que necesitamos en medio de todo lo que vivimos.
Tu Señor, nos preguntas hoy: ¿Qué queremos de ti?
Y hoy te respondemos: Esto queremos de ti Jesús, ser saciados de las delicias de tu mesa, beber de tus ríos deleitosos, ser llenos de ti.
Toma unos minutos para orar
Señor, ante la pregunta que hoy nos haces, esto queremos de ti, ser saciados de las delicias de tu mesa, beber de tus ríos deleitosos, ser llenos de ti. Que nuestro ser impregnado de tu perfume y poder contemplar la hermosura de tu majestad. ¡Sácianos! ¡Llénanos! En el nombre de Jesús, amén.