Una patria celestial
«Sin embargo, buscaban un lugar mejor, una patria celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad».
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Hallar a Cristo, es hallar la Luz de la vida.
Hallar a Cristo, es hallar la Luz de la vida. Él es la Luz de los hombres. Todo aquel que se acerca a Jesús, será iluminado por su Amor y su Gracia.
Por su infinita misericordia
Nuestra vida tiene por delante, capítulos por ser escritos, nuevas oportunidades para hacerlo mejor, pero nunca olvidemos que es por su infinita misericordia
Incienso agradable
Nuestro incienso agradable es anhelado por el Padre, mucho más de lo que nosotros le anhelamos a Él. Nuestro Padre siempre nos espera en el lugar íntimo.
Una patria celestial
«Sin embargo, buscaban un lugar mejor, una patria celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad».
La fe nos hace conectarnos con la realidad para la cuál fuimos creados por nuestro Dios eterno. La fe nos conecta a la Verdad, y nos desconecta de la matrix, es decir, del sistema actual.
Cuando conocemos la Verdad que es revelada a través de nuestra fe, no encontraremos lugar en la tierra, que se compare a aquello que en el espíritu nos ha sido entregado y otorgado.
El lugar eterno, esa Patria celestial, que nos espera con puertas abiertas gracias a Jesús, es incomparable con el mejor de los mejores lugares, reinos o estandartes aquí en la tierra.
Los que hemos puesto nuestra mirada en Jesús, y hemos nacido de nuevo por la fe, entonces el Padre nos ha dotado de una insatisfacción santa, que añora el vivir en ese lugar preparado justo para sus hijos.
¿Cómo pues se avergonzará nuestro Dios de nosotros?
Él sabe que pudiéramos dedicarnos a vivir buscando deleites temporales, pudiéramos vivir persiguiendo sueños efímeros, pudiéramos vivir tratando de hacer muchas riquezas, pero no es así, por el contrario nos hemos enfocado en caminar con la fe puesta en tierra celestial venidera, día a día, con esfuerzo, con fe extrema, no viendo los sufrimientos, los dolores, ni las penas, más bien dando gracias en todo por su bendito amor, fidelidad, bondad y misericordia para con nosotros, sus criaturas transformadas en hijos.
¡Anhelamos la patria celestial!
Toma unos minutos para orar
Padre nuestro, hoy agradezco tu fidelidad y tu amor, agradezco que por tus méritos camino cada día hacia una tierra venidera, la patria celestial, donde no hay dolor, ni llanto, ni enfermedad, y donde viviré por la eternidad adorándote, reconociendo tu grandeza y majestad por los siglos de los siglos. En el nombre de Jesús, amén.